El objetivo principal del tratamiento con ortodoncia es conseguir una buena posición de las piezas dentarias. A veces, para conseguirlo, es necesario extraer alguna pieza. Tener unos dientes bien colocados va más allá de lo estético, ya que puede solucionar otros problemas cotidianos para el paciente como la masticación o la retención de placa bacteriana.
Existen varias causas que producen una posición defectuosa en los dientes. Las más comunes son la herencia genética o el hábito en los bebés de usar chupete, que provoca el avance de las piezas superiores. Otros factores pueden ser el abuso de alimentos muy dulces, la pérdida prematura de los dientes o algunas enfermedades periodontales que pueden desviar algún diente.
El tratamiento con ortodoncia puede realizarse con dos tipos de aparatos, en función de la gravedad del caso. Los aparatos removibles son fácilmente manejables y se pueden quitar durante las comidas, pero se aplican para corregir defectos leves. Los aparatos fijos, en cambio, sólo son manipulables por el dentista y se aplican para corregir defectos más graves, porque son más eficaces. En ambos casos la duración del tratamiento dependerá del caso concreto del paciente. Además, los dientes tienden a regresar a su posición original, por lo que después de estos tratamientos se aplican unos aparatos retenedores para mantener la buena posición de los dientes.
Hay otros factores que pueden determinar el éxito o el fracaso del tratamiento con ortodoncia, como por ejemplo la higiene . La revisión periódica por el odontólogo y el mantenimiento adecuado de los dientes después del tratamiento serán clave para lograr una sonrisa perfecta gracias a la ortodoncia.